Club Maratón Tomares

Club Maratón Tomares

lunes, 16 de junio de 2008

MARCHA AL ROCIO 2008 (Y VA POR LA 5º EDICIÓN)



UN AÑO MAS TOMARES SE FUE AL ROCÍO


El pasado viernes 6/6 y como no podía ser de otro modo, a la saga del simpar Manuel "El Tijeras", nuestro guía-explorador, el Club de Maratón Tomares, realizó su marcha deportiva nocturna a El Rocío. Esta vez y a pesar de algún descuelgue significativo de última hora, se dieron cita en el Polideportivo Tomareño catorce miembros (con perdón), entre los que se incluían incluso algún extranjero (Castilleja, Gines, Sevilla, etc.).

Puntuales a la convocatoria, mas que nada por salir en la foto, fuimos apareciendo, sobre las 21,30h. Vaya lujo de equipaciones que se lucieron, sobre todo destacaban los modelitos de sombrero. Que susto se llevaron los que por allí pasaban en ese momento.

Caras sonrientes, mochilas a tope. Se realizó una comprobación y comparación, de "lamparitas" (por cierto que andan buscando al que le mangó el faro al AVE, "vaya peasso foco", lo que no llegamos a enterarnos fue donde llevaba metidas las pilas), digno de mención el artilugio con luminiscencia multicolor del Presi, que en la oscuridad de la noche mas parecía un puticlub ambulante. Los demás, con mas o menos pilas, nos defendimos como pudimos.

Se vieron bastones telescopios y uno se dejó caer con una especie de poste de telégrafos (creíamos que era el trípode de la cámara de fotos, vaya garrote. Antes de llegar a Villamanrique, ya se escuchaban las maldiciones, cuando el susodicho bastón pasaba de mano en mano) y encima se ofreció a buscarle otro igual a un pobre incauto que se atrevió a preguntar. Por cierto que antes de llegar a la rotonda del Zaudín, ya alguien se había zampao dos bocatas.

Salimos en comitiva, mezcla entre relevo de turno de mineros y equipo de esquí alpino ("vale...."), reagrupándonos en el puente sobre el río Púdio (vaya pestazo), para tomar la ruta adecuada. En Pleno "Cordel de Villamanrique y al poco de iniciar nuestra andadura, la luna se ocultó dejándonos bajo una cubierta de estrellas impresionante, como impresionante fueron los tropezones que dimos al ir mirando "parriba". Y ni que decir tiene, el deslumbre, al preguntarle algo a algún compañero de viaje, que al volverse para contestar, te pegaba con "tol foco" en la cara. También hubo momentos extraños, cuando alguien discretamente se apartaba del camino para hacer alguna necesidad y era seguido por los haces de luces.



Aunque se nos anunció, el posible avistamiento de animales salvajes, salvo los catorce que íbamos, solo vimos una especie de lombriz y escuchamos algo parecido a un mochuelo, aunque quizás se tratase de un burro con flato. Acudió a nuestro encuentro la Benemérita, alertada al creer que se trataba de algún puesto de turrón clandestino. También nos cruzamos con un "colgao", al que se le había perdido el caballo (por cierto, que cuando nos preguntó, que si nos habíamos cruzado con un caballo, uno de nosotros, "espabilao", le dijo que de que color, incluso le pidió el teléfono por si nos lo encontrábamos, no se como pensaría sujetarlo). Vaya la cara de susto de la señora que iba en el coche, cuando la deslumbramos al acercamos con nuestras lamparitas. También se asustó uno de nosotros por algo relacionado con cierto arreglo de "piños".

Un camino de sensaciones y fragancias ( porque ver, lo que se dice ver, no se veía un pimiento). Embriagados por la mezcla de perfumes, de romero, de tomillo, ......... de vaca.

Hicimos nuestra primera parada en La Juliana, para reponer fuerzas e hidratarnos, aunque alguno estuvo a punto de deshidratarse de lo que soltó. Sacudida de pinrreles y "palante". Realizamos instantánea conmemorativa en el Quema, tras la que nos mojamos las canillas al cruzar por entre los hierbajos.

Sin que nos pesara el sueño, ni el cansancio, ni los chistes malísimos con que fuimos castigados, alcanzamos el Cámping de Aznalcázar. De nada sirvió el fuerte sprint, de los últimos metros. "La máquina de cerveza, no funcionaba", se oyeron gritos desgarrados de desesperación. En cualquier caso nos dimos un buen atracón, apareciendo bocatas de queso que desencajaban las mandíbulas. Incluso alguno aprovechó para hacerse la pedicura. Vaya navaja que sacó el Profe, ni el estoque de Manolete y despues de rebanarse varios callos, todavía le dió de sí para partir queso y chorizo ( aunque en el queso no se apreciaba, el chorizo si tenia un regustillo amargo)

Al llegar a Villamanrique dos ilustres caminantes se plantaron. Enhorabuena, pues hasta allí llegaron a buen ritmo. Por cierto, el sábado por la tarde, en las noticias locales, hicieron mención a dos menesterosos, que aparecieron dormidos en la fuente del pueblo ( uno de ellos decía en sueños "cuanto queda, cuanto queda..."). El resto del grupo, despedida emocionada ( preguntando si les quedaba algo de queso), nueva sacudida de pinrreles y en busca de las arenas. Tuvimos un pequeño percance, cuando nuestro reportero gráfico se lesionó en un pie (quizás se diera un bastonazo) y tuvimos que vendárselo (aunque mas hubiera valido amputar tan horrendo apéndice). Como tratamiento de choque y encontrando abierto el Bar del Cazador, nos encajamos una tostá y un café que nos supo a gloria bendita. El grupo se dividió, quedándonos algunos con el reportero, por aquello de "chupar cámara".

Los rezagados nos cruzamos con un perro-elefante, que nos ladró en estéreo GUAUF, dandonos un susto que pa que.



Y por la Raya Real se vió a un "alienígena", de cuatro patas (las dos delanteras mas largas y delgadas) y las de detrás renqueantes, que resoplaba como un búfalo, persiguiendo a los dos últimos de la expedición y a una familia que por allí peregrinaba. Todo quedó aclarado cuando por fin pudo hablar, era Juan, cuyas manos habían quedado soldadas a los bastones. Y encima iba de paparachi. Vaya calor que pasamos, pero no por el sol, que si que pegaba, sino por ver al Lopera con el chubasquero puesto. Y para colmo este humilde cronista se perdió al entrara en la Aldea y no encontraba la Ermita. Dos veces cambiaron el barril de cerveza en el bar, donde nos esperaba el resto de la expedición. Eso sí emocionante el aplauso y el reconocimiento de todos, con palabras de apoyo y ánimo como "por fín", "ya era hora", "el del autobús está desesperao", etc. Foto con la Blanca Paloma y fin de la jornada.

De regreso en autobús, la mayoría vinimos meditando sobre los pormenores de la jornada (casi despertamos al conductor de los ronquidos que pegábamos).

Todo el tiempo fuimos con Tecnología de última generación "GPSTEBAN", según la cual, la distancia recorrida fue exactamente de 62,430 km, sin descontar la distancia desde casa de Esteban hasta el polideportivo, no sabemos por que esa aclaración cuando a el "LO TRAJERON EN COCHE".

A la hora del cierre de la presente crónica, la etapa sigue abierta, pues sigue sin llegar nuestro ilustre reportero gráfico. No sabemos si es que al final se quedó fotografiando al caballo perdido.



Enhorabuena a todos, por la estupenda jornada que compartimos (unos mas larga que otros) y ánimo para el año que viene.